La expansión del “oro verde” no solo refleja una fiebre de consumo interno, sino que abre un nuevo horizonte de comercio exterior y desarrollo agroindustrial para el país.
Un fenómeno que no deja de crecer
En los últimos meses, el pistacho –conocido como el “oro verde”– ha pasado de ser un cultivo marginal a una verdadera sensación gastronómica y comercial en Argentina. Heladerías, confiterías y supermercados de Buenos Aires y otras ciudades del país exhiben carteles de “agotado” en sus opciones de pistacho, mientras el público expresa su frustración por la escasez de productos basados en este fruto seco.
De orígenes modestos a hectáreas en expansión

Las primeras plantaciones de pistachero (Pistacia vera L.) en Argentina datan de finales de los años ochenta en San Juan, pero fue con la Ley Nacional 22.021 de diferimientos impositivos de 1995 que el cultivo comenzó a consolidarse a nivel comercial. En apenas cinco años, la superficie dedicada al pistacho creció más de un 500 %, alcanzando 7.500 hectáreas en todo el país. San Juan concentra el 87 % de ese total, con más de 6.500 ha, seguida por Mendoza con 770 ha, La Rioja con 100 ha y La Pampa con 55 ha.
Paciencia y rendimiento: la curva de producción
El pistachero exige una visión a largo plazo: los primeros frutos aparecen a los cinco o seis años de plantados, y el rendimiento óptimo se alcanza hacia la décima campaña. Esta demora entre la inversión y la cosecha genera inevitables tensiones entre la oferta y la demanda, que hoy se traduce en faltantes temporales y precios elevados. La reciente zonificación agroclimática del INTA, publicada en 2024, ha sido clave para guiar a los productores hacia las zonas de mayor aptitud, reduciendo riesgos y aumentando las expectativas de rentabilidad.
Demanda interna vs. importaciones
Para cubrir la creciente demanda, Argentina importó 82,2 toneladas de pistacho sin cáscara en el primer semestre de 2025, un 50 % más que las 55 t registradas en todo 2024, y un alza de más del 17.000 % respecto a 2021. Este auge de las importaciones responde tanto a la urgencia de alimentar a la industria alimentaria —que utiliza pistacho en galletas, chocolates y cremas— como al apetito del consumidor por productos gourmet.
Contexto global y precios firmes
En el plano internacional, la producción mundial de pistacho rondará los 1.462 millones de toneladas en la campaña 2025/26, mientras el consumo se mantiene cercano a 1,0 millón de t. A pesar de la recuperación de cosechas en Irán y Estados Unidos para fines de 2025, los precios no ceden: el kilo de pistacho se cotiza cerca de USD 23 en los mercados internacionales, un incremento del 17 % interanual.
Impacto en el comercio y la economía nacional
Más allá de la fiebre de consumo, el pistacho emerge como un cultivo estratégico para mejorar la balanza comercial argentina y diversificar la matriz exportadora. A diferencia de productos agroindustriales tradicionales, su alto valor agregado —próximo a USD 10 por kilo de almendra limpia— y su creciente demanda global lo convierten en una palanca de dinamización económica.
- Generación de divisas: cada tonelada exportada aporta cerca de USD 23.000, lo que multiplica la contribución de la agricultura tradicional a la economía nacional.
- Desarrollo de cadenas de valor: la industrialización de productos con pistacho (cremas, pastelería, snacks) fomenta inversiones en plantas procesadoras y la creación de empleo calificado.
- Ubicación en nichos premium: mercados de Europa, Asia y Medio Oriente muestran disposición a pagar sobreprecio por productos de alta calidad y origen trazable, un nicho en el que la Argentina puede posicionarse con certificaciones de origen y procesos sostenibles.
Oportunidades y desafíos para exportar
En 2022 se firmaron los primeros acuerdos de exportación de pistacho argentino a Brasil, aunque los volúmenes son aún modestos. Para consolidar su presencia en Asia y Medio Oriente, se necesitan:
- Certificaciones de calidad avaladas por INASE e INTA, que garanticen trazabilidad y prácticas sustentables.
- Acuerdos comerciales que reduzcan barreras arancelarias y logísticas con destinos estratégicos.
- Promoción internacional a través de ferias y misiones comerciales, mostrando la superioridad organoléptica del pistacho local.
Beneficios socioambientales
El pistacho aporta ventajas en regiones áridas: demandando menos agua que otros frutales y adaptándose a suelos pobres, reduce la presión sobre los recursos hídricos y promueve la reforestación de laderas mediante sistemas agroforestales. Además, genera mano de obra estable durante la poda, recolección y procesamiento, ofreciendo oportunidades de empleo rural durante todo el año.
Políticas públicas y fomento
Para sostener el impulso, productores y cámaras empresariales proponen:
- Líneas de crédito a largo plazo con períodos de gracia superiores a cinco años.
- Exenciones fiscales parciales durante la fase de implantación y primeros años de producción.
- Programas de asistencia técnica para pequeños y medianos productores, facilitando el acceso a tecnología de riego y maquinaria de postcosecha.
- Fortalecer la Red Nacional para el Estudio del Pistachero, promoviendo la transferencia de conocimiento y la innovación varietal
Cierre
El pistacho se posiciona no solo como una moda gastronómica, sino como un protagonista de la nueva estrategia agroindustrial de Argentina. Su potencial para aportar divisas, generar empleo y diversificar las exportaciones lo convierte en un pilar para mejorar la competitividad del país. El verdadero desafío será armonizar la paciencia de las inversiones a largo plazo con la demanda internacional, a través de políticas que impulsen la producción, garanticen la calidad y abran nuevos mercados para el “oro verde”. Solo así Argentina podrá cosechar no solo frutos, sino también un futuro más próspero y equilibrado.