Donetsk bajo fuego: evacuaciones, resistencia y la sombra de un acuerdo ruso

El frente en el este de Ucrania vive horas críticas entre el avance lento de Moscú, la huida de civiles y la presión internacional por una salida negociada

La región de Donetsk, en el este de Ucrania, se ha convertido una vez más en el epicentro de la guerra que comenzó con la invasión rusa en febrero de 2022. Con un 70% del territorio ya bajo control de Moscú y con Luhansk prácticamente en manos rusas, la situación en Donetsk se deteriora cada día. El presidente ruso, Vladímir Putin, ha dejado entrever que estaría dispuesto a congelar el conflicto si obtiene control total de la región, una oferta que Ucrania rechaza de plano.

La ciudad de Dobropillia, situada apenas a ocho kilómetros de las posiciones rusas, es hoy un símbolo de esta tensión. Allí, entre calles vacías y edificios reducidos a escombros, equipos humanitarios intentan evacuar a los últimos residentes: ancianos, heridos y familias con niños. Cada misión de rescate se desarrolla bajo el constante zumbido de drones rusos y la amenaza de bombardeos.

Una ciudad fantasma en el cinturón defensivo

Dobropillia, como tantas otras localidades del Donbás, ha perdido gran parte de su población. Sin agua desde hace una semana y con infraestructuras devastadas, sus habitantes viven entre ruinas. La ciudad formaba parte del llamado “cinturón fortaleza” ucraniano, una de las líneas defensivas más reforzadas, cuya posible caída inquietó a las autoridades en Kiev. Aunque el refuerzo de tropas logró estabilizar temporalmente el frente, la sensación de vulnerabilidad es evidente.

Historias de resistencia y huida

Entre quienes esperan ser evacuados se encuentra Vitalii Kalinichenko, de 56 años, herido por la caída de un dron Shahed. Sus ventanas fueron destrozadas y su pierna, alcanzada por esquirlas. “Soy el único que queda en mi edificio”, dice resignado, antes de subir a un vehículo blindado de evacuación. Cada testimonio refleja el costo humano de una guerra que no da tregua.

Anton, de 31 años, abandona su hogar por primera vez en su vida. Su madre decidió quedarse, llorando al despedirse. Con voz cansada, plantea la necesidad de negociar: “Tenemos que resolver esto de manera pacífica, sin más sangre ni víctimas”. Sin embargo, otros como Varia, voluntaria de 19 años, desconfían de cualquier acuerdo con Moscú. “Si entregamos Donbás, Rusia solo avanzará más”, sostiene.

El pulso militar y la presión sobre Ucrania

El presidente Volodímir Zelenski ha rechazado la idea de que Donbás caiga este año, asegurando que Moscú necesitaría al menos cuatro años para ocupar completamente la región. No obstante, los analistas coinciden en que sin más armamento avanzado ni un renovado apoyo occidental, las opciones de Ucrania para recuperar territorio son mínimas. El control de Donetsk sería un golpe estratégico: abriría la puerta a ofensivas contra Járkiv, Zaporiyia y otras zonas del este y sur.

Hospitales de campaña y heridas abiertas

En la retaguardia, los hospitales de campaña reciben a un flujo constante de heridos. El cirujano militar Dima, de 42 años, describe la gravedad de las lesiones provocadas por drones y bombardeos: “Podría hacer más, pero no tengo tiempo. Lo único que podemos hacer es estabilizar y enviar a los soldados a hospitales principales”. Con decenas de heridos diarios y un ritmo creciente de bajas, Ucrania paga un precio altísimo por cada kilómetro de resistencia.

Rusia apuesta al desgaste

Aunque las pérdidas rusas se estiman en tres veces más que las ucranianas, la capacidad de Moscú para absorber bajas es mayor. Según fuentes militares, más de 100.000 soldados rusos esperan para abrir nuevas brechas en el frente. Las defensas ucranianas se refuerzan con trincheras, alambradas y obstáculos antitanques, pero la presión es constante.

El dilema de la negociación

Las voces divididas entre los civiles y soldados ucranianos reflejan un dilema de fondo: ¿vale la pena resistir indefinidamente o aceptar concesiones territoriales para detener la guerra? Las encuestas en Ucrania muestran un rechazo mayoritario a ceder territorio, incluso bajo amenaza. Sin embargo, el cansancio bélico y la incertidumbre económica aumentan el riesgo de fracturas sociales.

Cierre

Mientras las explosiones continúan en Dobropillia y otras ciudades de Donetsk, el conflicto parece lejos de resolverse. Ucrania se aferra a cada metro de tierra, consciente de que ceder Donbás podría abrir la puerta a nuevas invasiones. Rusia, por su parte, apuesta al desgaste, esperando que el tiempo y la fatiga dobleguen la resistencia. Entre tanto, miles de familias ucranianas enfrentan el desarraigo y la duda de si algún día podrán regresar a lo que quedó de sus hogares.