INTA: el Gobierno suprime la Dirección Nacional, concentra funciones en la Presidencia y reaviva la puja política

Un nuevo decreto elimina la Dirección Nacional y traslada sus competencias al titular del organismo, ya empoderado por la reforma de julio que transformó al INTA en entidad “desconcentrada” con conducción unipersonal. Diputados había rechazado esa reforma por amplia mayoría.

Un cambio de arquitectura institucional en dos actos

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) atraviesa su mayor reconfiguración en décadas. Este martes 12 de agosto, un decreto publicado en el Boletín Oficial dispuso: “Suprímese la Dirección Nacional de la estructura organizativa del primer nivel operativo del INTA”, y estableció que todas las funciones de esa área pasan a depender de la Presidencia del organismo. La medida, que aparece identificada como Decreto 571/2025, se inscribe en la “transformación institucional” iniciada en julio, cuando otra norma (Decreto 462/2025) cambió la figura jurídica del instituto, de descentralizado a desconcentrado, y rediseñó su gobernanza.

La reforma de julio fijó que “la conducción del INTA estará a cargo de un (1) Presidente con rango y jerarquía de Secretario”, designado por el Poder Ejecutivo, y creó un Consejo Técnico cuyos miembros actúan con carácter ad honorem, encargado de definir los lineamientos científico-técnicos. En los hechos, esa norma reemplazó el histórico Consejo Directivo —con representación del Estado, las universidades y las entidades del agro— por una conducción unipersonal asistida por un consejo asesor técnico.

Qué cambia con el Decreto 571/2025

El texto oficial de este martes elimina la Dirección Nacional que funcionaba como vértice ejecutivo de la estructura de primer nivel operativo y reubica esas atribuciones bajo la órbita directa del Presidente del INTA. La norma aclara que, allí donde resoluciones internas anteriores mencionen a la Dirección Nacional (por ejemplo, la Resolución INTA 513/2019), deberá entenderse que las competencias quedan ahora en manos de la Presidencia. La fundamentación sostiene que existían “funciones superpuestas” entre ambos roles y que la nueva configuración busca “mayor agilidad operativa”.

Quién conduce hoy el INTA y con qué poder

El actual presidente del instituto es Nicolás Bronzovich, designado a fines de 2024 y ratificado con rango y jerarquía de secretario. La reforma de julio, además de transformar la naturaleza jurídica del organismo, enumeró atribuciones centrales del cargo: gestionar bienes y patrimonio, dictar el reglamento interno, presidir el Consejo Técnico, celebrar convenios en el país y el exterior, proponer la estructura organizativa, administrar el Fondo de Promoción de la Tecnología Agropecuaria y determinar centros e institutos necesarios para el cumplimiento de sus funciones. Con la supresión de la Dirección Nacional, ese menú de facultades se amplía en la práctica al absorber tareas de planificación, coordinación y seguimiento que antes estaban en otra jefatura.

Lo que ya no está: autarquía y representación sectorial

El pasaje de organismo descentralizado a organismo desconcentrado implica, en términos administrativos, menor autonomía respecto del ministerio del que depende (hoy, la Secretaría de Agricultura del Ministerio de Economía). A su vez, la derogación de artículos del Decreto-Ley 21.680 de 1956 —la norma fundacional del INTA— dejó sin efecto el Consejo Directivo como órgano de conducción y fijó en su lugar el esquema de Presidente + Consejo Técnico. La letra del decreto de julio es explícita: el Presidente “tendrá las siguientes funciones” (conducir el organismo, proponer estructura, gestionar el fondo, etc.) y el Consejo Técnico “establecerá los lineamientos científico-técnicos” con integrantes designados por el Poder Ejecutivo (tres propuestos por la Secretaría de Agricultura y cuatro en representación de productores agropecuarios, a propuesta de entidades del sector).

Tensión con el Congreso: el rechazo en Diputados

La decisión de profundizar la reestructuración llega pocos días después de que la Cámara de Diputados rechazara el Decreto 462/2025 por 141 votos a favor, 65 en contra y 1 abstención. En el sistema argentino, la validez de los decretos delegados o de necesidad y urgencia se rige por la Ley 26.122: solo quedan derogados si ambas cámaras del Congreso expresan rechazo expreso. Hasta tanto eso ocurra, las medidas continúan vigentes. En ese marco, el Gobierno sostiene que puede avanzar con los cambios reglamentarios y de organigrama mientras el trámite parlamentario no culmine.

Argumentos oficiales: sobredimensionamiento y superposición

Entre los considerandos del decreto de julio se describe que el INTA, al abril de 2025, registraba 6.059 agentes y que la estructura “sobredimensionada” dificultaba la supervisión estratégica. El nuevo diseño, afirman, “racionaliza” la conducción, reduce niveles jerárquicos y unifica decisiones. En la práctica, el Decreto 571/2025 ejecuta esa lógica al eliminar una capa directiva —la Dirección Nacional— y consolidar la autoridad en la Presidencia.

Qué es y qué hace el INTA: radiografía de su red

Creado en 1956, el INTA es la principal institución pública de investigación, desarrollo y extensión agropecuaria del país. Antes de los cambios recientes, operaba con una red que incluía 15 Centros Regionales, 52 Estaciones Experimentales y más de 300 unidades de extensión, según documentos institucionales. Esa capilaridad territorial —sumada a institutos de investigación especializados— es la que le permite llevar tecnología, servicios y asesoramiento a productores de todas las escalas.

Posibles impactos: gobernanza, agenda y presupuesto

  • Gobernanza y participación. La salida del Consejo Directivo reduce la representación formal de actores externos (universidades, entidades del agro) en la conducción política y concentra las decisiones en una figura designada por el Ejecutivo. El Consejo Técnico mantiene un canal de asesoramiento con presencia de productores, pero bajo otra lógica institucional y con carácter ad honorem. Para el sistema científico-técnico, el desafío será asegurar criterios de priorización y evaluación transparentes en un esquema más centralizado.
  • Agenda científico-técnica. La continuidad de líneas históricas —mejoramiento genético, manejo integrado de plagas, biotecnología, agricultura familiar, sustentabilidad— dependerá de la articulación entre la Presidencia, los centros e institutos y el nuevo Consejo Técnico. La norma de julio establece que el Consejo “elaborará los objetivos y planes generales” para su aprobación por el Presidente, un paso que, bien implementado, puede ayudar a resguardar estándares técnicos.
  • Ejecución presupuestaria y recursos. En años recientes, el INTA financió parte de su actividad con asignaciones específicas y recursos del Tesoro. La conducción unificada podría acelerar compras y contrataciones, pero también cargar de discrecionalidad decisiones sensibles. Aquí, los mecanismos de control interno y la auditoría externa serán clave para evitar cuellos de botella o desfinanciamiento de áreas estratégicas.

La mirada política y sectorial

Agrupaciones del sector y legisladores opositores vienen cuestionando la reestructuración por considerar que disminuye la autonomía técnica del instituto. Del lado oficial, el argumento central es que la descentralización histórica derivó en “dispersión operativa” y “superposición de funciones” que es necesario corregir. En paralelo, productores y técnicos plantean una inquietud práctica: cómo se priorizarán proyectos en un país con realidades agroecológicas tan diversas, si el centro de gravedad decisorio se desplaza hacia una cúspide más concentrada. El debate de fondo es eficiencia versus pluralidad en la conducción de una organización de ciencia y tecnología con capilaridad federal.

Qué sigue: el camino institucional

En lo inmediato, el INTA deberá adecuar su organigrama interno a la nueva estructura, con reasignación de funciones y eventuales cambios en los primeros y segundos niveles de conducción. En el plano político, la discusión continúa en el Congreso, donde el rechazo de Diputados al decreto de julio deberá tratarse en el Senado para que la derogación sea efectiva. Mientras tanto, y conforme a la Ley 26.122, las modificaciones se mantienen en vigor, lo que permite al Ejecutivo avanzar con medidas complementarias como la de hoy.

Claves del rediseño, en síntesis

  • Naturaleza jurídica: de organismo descentralizado a desconcentrado.
  • Conducción: Presidente (rango de secretario) + Consejo Técnico ad honorem.
  • Estructura: eliminación de la Dirección Nacional; funciones absorbidas por la Presidencia.
  • Representación: se disuelve el histórico Consejo Directivo con participación sectorial.
  • Estado parlamentario: Diputados rechazó la reforma de julio; resta la definición del Senado.

CIERRE

El Gobierno acelera la “simplificación” del INTA con un doble movimiento: concentra decisiones en la Presidencia y a la vez suprime una capa de conducción operativa. Los defensores del cambio prometen agilidad y eficiencia; quienes lo cuestionan advierten por pérdida de autonomía y menor participación de actores del sistema. El desenlace institucional —y su impacto sobre la investigación, la extensión y la competitividad del agro— dependerá de dos variables: la implementación concreta del nuevo esquema y la definición parlamentaria que aún está en curso. Hasta entonces, la reorganización avanza, y el INTA debe compatibilizar su tradición federal con una gobernanza más vertical.