La industria textil argentina en alerta: caen las ventas y crecen las compras de ropa al exterior

Mientras los consumidores intensifican sus compras en plataformas internacionales como Shein, la producción nacional sufre una baja del 7,7% en ventas y enfrenta una crisis que impacta en precios, empleo y sostenibilidad del sector.

Un escenario preocupante para la industria nacional

La industria textil argentina atraviesa uno de sus momentos más delicados en los últimos años. Según datos recientes publicados por la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), las ventas de ropa de producción nacional cayeron un 7,7% durante los meses de mayo y junio de 2025. A este retroceso se suma un fenómeno que inquieta a los fabricantes locales: el auge de las compras de indumentaria en el exterior, impulsadas principalmente por el crecimiento del e-commerce transfronterizo.

El informe destaca que entre enero y mayo, el gasto de los consumidores argentinos en ropa importada alcanzó los 1.572 millones de dólares, marcando un récord histórico para el rubro y un aumento del 136% respecto al mismo período de 2024.

El crecimiento de las plataformas internacionales

Uno de los principales motores de este cambio en los hábitos de consumo es el aumento del uso de plataformas extranjeras, en particular Shein, el gigante chino de moda rápida. Su modelo de negocios —basado en la producción on-demand, precios bajos y una cadena logística ágil— ha encontrado terreno fértil en Argentina, especialmente en segmentos jóvenes y usuarios intensivos de redes sociales.

La facilidad para realizar pedidos desde el celular, la posibilidad de recibir los productos en el domicilio en pocos días, y las constantes promociones y campañas en TikTok e Instagram, posicionaron a este tipo de plataformas como competencia directa de los comercios locales, incluso aquellos que operan de forma online.

A nivel logístico, la modalidad de envíos puerta a puerta creció un 211% en los primeros cinco meses del año y un 253% solo en mayo, lo que demuestra el cambio radical en la forma en que los argentinos acceden a productos de indumentaria.

Impactos económicos: caída de ventas, empleo en riesgo

Para el sector textil argentino, estos datos encienden todas las alarmas. La baja en las ventas no solo afecta a los productores y fabricantes, sino también a comercios minoristas, talleres de confección, tintorerías industriales, fábricas de telas y empleos indirectos asociados a la cadena de valor textil.

El empleo formal en el rubro ya venía en retroceso desde principios de año. Según estimaciones de la propia CIAI, se han perdido al menos 6.000 puestos de trabajo en lo que va de 2025, una cifra que podría aumentar si no se adoptan medidas que reviertan la pérdida de competitividad.

Además, los empresarios enfrentan dificultades para sostener precios frente a la inflación y al mismo tiempo competir con los valores ofrecidos por productos extranjeros que, en muchos casos, llegan al país sin aranceles ni controles tributarios comparables con los que se exigen a la industria local.

Factores estructurales y contexto global

La situación del sector textil argentino no puede analizarse sin considerar los factores estructurales que lo afectan. La alta carga tributaria, los costos laborales, la informalidad en algunos eslabones de la cadena y los problemas logísticos internos vienen siendo señalados por las cámaras empresarias desde hace más de una década.

A esto se suma la dificultad para acceder a insumos importados esenciales, como tintes, máquinas industriales o determinadas fibras sintéticas, en un contexto en el que las restricciones cambiarias impactan directamente en la actividad manufacturera.

En contraposición, países como China, Vietnam, India o Bangladesh logran escalar la producción textil con costos significativamente menores, lo que permite a plataformas internacionales vender prendas a valores muy por debajo del costo argentino promedio.

¿Qué medidas se están evaluando?

Ante este panorama, la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria solicitó al Gobierno nacional una revisión de las políticas de comercio exterior, especialmente en lo que respecta a la modalidad “puerta a puerta” para compras personales.

Además, se propusieron mecanismos para proteger la industria local sin cerrar el mercado, como establecer límites mensuales de compra por persona, mayor fiscalización sobre las plataformas extranjeras, y la exigencia de declarar el origen y composición de los productos, para equiparar las condiciones con la producción nacional.

Desde algunos sectores de la oposición también se planteó la posibilidad de incentivar el consumo de prendas nacionales a través de planes de cuotas específicas o reintegros por compras en PyMEs textiles.

En paralelo, varias provincias —incluyendo Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe— analizan programas regionales de fortalecimiento industrial, que incluyen subsidios al empleo, acceso a crédito blando y estímulo a la innovación en diseño y tecnología textil.

Un cambio cultural en el consumo

Más allá de los desafíos estructurales y económicos, la industria nacional enfrenta también un cambio cultural profundo en los hábitos de consumo, especialmente entre los más jóvenes. Las nuevas generaciones valoran la rapidez, el precio y la variedad que ofrecen las plataformas internacionales, en muchos casos por encima del origen del producto o su impacto en la economía local.

Esta tendencia plantea un desafío adicional para los fabricantes argentinos, que deben revisar sus estrategias de marketing, canales de venta, atención al cliente y diseño de colecciones, adaptándose a un mercado cada vez más globalizado y competitivo.

Cierre

La caída del 7,7% en las ventas de indumentaria durante mayo y junio es mucho más que un dato estadístico: es un síntoma de una crisis estructural que pone en riesgo miles de puestos de trabajo, cientos de comercios y una parte central de la identidad productiva argentina.

El récord de compras de ropa al exterior marca un punto de inflexión en el consumo local, que obliga a repensar políticas comerciales, fiscales y culturales para defender una industria con historia, pero que necesita urgente transformación.

El futuro del sector dependerá no solo de decisiones gubernamentales, sino también de la capacidad del empresariado para adaptarse a los cambios tecnológicos y culturales. La clave estará en lograr un equilibrio entre protección inteligente, innovación productiva y cercanía con el nuevo consumidor.