Los hoteles registraron un promedio de 30 a 35 % de ocupación, pero plataformas como Airbnb superaron el 40 % y sumaron casi 8.000 anuncios activos; el consumo se reorientó hacia cines, shoppings y propuestas culturales locales, mientras municipio y empresarios cruzan datos para explicar un cierre agridulce.
Dos maneras de leer la temporada
El receso invernal dejó un balance ambiguo: el Ente Municipal de Turismo y Cultura (EmturyC) reportó 225 143 arribos entre el 18 y el 27 de julio—un 2,1 % más que en 2024—y defendió la temporada. Sin embargo, la Cámara Hotelera y Gastronómica advierte que, con una ocupación de 30 %, se trató del invierno más flojo en una década.
Repuntes puntuales y última hora
Dentro del segmento hotelero hubo matices. Algunos establecimientos céntricos rozaron el 70 % el penúltimo fin de semana, antes de que las lluvias redujeran el flujo de visitantes. La disparidad evidencia la distancia entre los “arribos” registrados por el municipio y los “pernoctes” que sostienen la rentabilidad del sector.
El factor alquiler temporario
Mientras los hoteles sufrían, el mercado de corta estadía siguió creciendo. Plataformas especializadas contabilizan más de 7 500 anuncios activos y una ocupación promedio del 42 %, con tarifas en dólares que se mantuvieron competitivas. El destino incluso figura entre los 25 “lugares en tendencia” a nivel global para 2025.
Nuevos perfiles de visitante
El arribo de nómadas digitales y trabajadores remotos—atraídos por precios moderados y buena conectividad—añade otra capa al fenómeno. Estos visitantes suelen alquilar departamentos por semanas, con gastos dispersos entre cafés con wifi y espacios de coworking, quedando fuera de la estadística hotelera tradicional.
Consumo que se mueve de lugar
La contracción del gasto no fue homogénea. Restaurantes de ticket alto cayeron cerca del 30 %, mientras que patios de comida y menús promocionales sostuvieron el flujo. El Paseo Aldrey registró cines casi completos y rotación constante en su patio gastronómico. El ciclo teatral gratuito “A desaburrir el invierno” agotó localidades y concentró 30 000 espectadores, en su mayoría residentes.
Clima y economía, una combinación compleja

A la erosión del poder adquisitivo—con inflación anual cercana al 40 %—se sumaron dos alertas meteorológicas que trajeron lluvias y ráfagas de 60 km/h justo en el cierre del receso. El mal tiempo desalentó viajes de cercanía y dejó vacantes de última hora sin cubrir.
Inmobiliaria viva, pero con otro ritmo
El segmento extrahotelero formal (apart-hoteles y cabañas) tampoco escapó a la baja, con una ocupación del 30 %. No obstante, la caída de tarifas atrajo potenciales compradores de propiedades: muchos visitantes aprovecharon el receso para recorrer inmuebles y concretar operaciones a posteriori.
Mirando al “finde XXL” de agosto
Con las clases ya retomadas, la ciudad apuesta al fin de semana largo del 15-17 de agosto. Las reservas hoteleras rondan el 25 %, mientras el EMTur prepara campañas de “escapadas de 48 horas” con descuentos para bonaerenses y los empresarios solicitan alivios impositivos temporales.
Baja estructural o cambio de paradigma
La temporada deja abiertas varias hipótesis:
- Menos turistas en total. El movimiento nacional cayó casi 11 % según datos de la CAME.
- Turistas que gastan menos. La presión inflacionaria achicó el ticket promedio, empujando a opciones gratuitas o con descuento.
- Turistas que se alojan distinto. El crecimiento de Airbnb y la irrupción de nómadas digitales dispersan la estadía fuera de los hoteles tradicionales.
Para el economista turístico Alejandro Claverie, “Mar del Plata atraviesa lo que vivió Barcelona en 2012: no es que faltan visitantes, cambia la forma de hospedarse y consumir. Adaptar la oferta, diversificar eventos y ofrecer tarifas dinámicas puede transformar esta aparente crisis en oportunidad”.
Cierre
La temporada invernal 2025 concluyó con luces y sombras: los hoteles trabajaron por debajo del punto de equilibrio, pero la explosión de alquileres temporarios y el consumo de residentes sostuvieron otras ramas de la economía local. Entre la defensa oficial y la preocupación empresarial, la verdad se sitúa en un punto intermedio: la “Ciudad Feliz” sigue atrayendo visitantes, pero estos planifican menos, gastan de forma diferente y dependen más que nunca del pronóstico del tiempo. El próximo fin de semana largo será clave para determinar si este invierno fue un tropiezo pasajero o la señal de un cambio estructural en el turismo costero argentino.