A bordo del buque Falkor (too) y con el robot submarino SuBastian, un equipo de treinta investigadores explora el Cañón Submarino de Mar del Plata a casi 4.000 m de profundidad. Entre esponjas carnívoras, pulpos Dumbo y corales látigo, los hallazgos reavivan el debate sobre la conservación del Atlántico Sur.
Un laboratorio flotante frente a la costa bonaerense
El 23 de julio zarpó el Falkor (too) desde la Base Naval de Mar del Plata para la campaña “Underwater Oases of Mar del Plata Canyon: Talud Continental IV”. Es la primera vez que el Conicet opera en aguas argentinas con un vehículo operado a distancia capaz de filmar en 4K y recolectar muestras biológicas y geológicas a casi cuatro kilómetros de profundidad. El proyecto, financiado por el Schmidt Ocean Institute (SOI) y articulado con universidades nacionales, busca caracterizar uno de los ecosistemas menos conocidos del Atlántico Sur.
Cada inmersión del ROV SuBastian—bautizada con un guiño al personaje de La Sirenita—se transmite en directo por YouTube. La combinación de imágenes de ultra-alta definición y comentarios científicos en vivo transformó la campaña en un fenómeno de divulgación inédito para la Argentina: los picos de audiencia alcanzaron los 30.000 espectadores simultáneos y el hashtag #TaludIV se convirtió en tendencia varias jornadas consecutivas.
Ciencia en tiempo real y sin redes de arrastre
Además de las cámaras, SuBastian cuenta con brazos robóticos para tomar muestras de roca, sedimento, agua y ADN ambiental (eDNA). Esta estrategia evita el arrastre de redes, minimiza el impacto en el fondo marino y permite observar a los animales vivos, con su comportamiento intacto. A la fecha se obtuvieron más de 120 horas de video crudo, 300 GB de imágenes, 700 tubos de eDNA y decenas de ejemplares preservados que ingresarán al Museo Argentino de Ciencias Naturales y a bases de datos internacionales.
Los responsables afirman que el material generado “servirá para diez años de trabajo”, desde análisis genómicos hasta modelado tridimensional de hábitats. La campaña también incorpora sensores de temperatura, salinidad y velocidad de corriente, esenciales para entender cómo el choque entre la corriente cálida de Brasil y la fría de Malvinas crea “frentes” ricos en nutrientes que disparan explosiones de vida.
Top 7: los habitantes más impresionantes del cañón
# | Criatura | Profundidad (m) | Rasgos salientes | Razón de interés científico |
---|---|---|---|---|
1 | Esponja carnívora (Cladorhizidae sp.) | 2.800 | Estructura ramificada, filamentos pegajosos que “atrapan” crustáceos | Primer registro vivo en aguas argentinas; indicios de colonias estables |
2 | Pulpo Dumbo (Grimpoteuthis sp.) | 2.300-2.400 | Aletas laterales en forma de orejas; color blanco rosado | Filmado cuidando huevos: comportamiento parental raro en moluscos profundos |
3 | Estrella “culona” (Hippasteria cf. phrygiana) | 1.200-1.300 | Disco abultado y brazos cortos; apariencia “glútea” | Su anatomía revela adaptaciones a presiones extremas y su dieta de esponjas |
4 | Raya abisal de nariz larga (Bathyraja sp.) | 1.000-2.500 | Disco pardo con espinas; planeo fantasmagórico | Rastreo de rutas migratorias profundas y patrones de puesta de huevos |
5 | Medusa coronada (Atolla sp.) | 1.200-2.900 | Umbrela bioluminiscente que destella azul al contacto | Mecanismo de “alarma luminosa” que confunde depredadores y atrae aliados |
6 | Pepino de mar “Batatita” (Benthodytes sp.) | 2.500-2.600 | Cuerpo oval violeta; aspecto de batata | Primer registro vivo para el país; clave para estudios de reciclado de carbono |
7 | Coral látigo con camarón simbionte (Isididae sp.) | 2.600 | Rama flexible con pólipos rosados y crustáceos asociados | Ejemplo de mutualismo profundo que podría inspirar nuevos modelos de conservación |
Revelaciones ecológicas y tecnológicas
La presencia de esponjas carnívoras y corales milenarios confirma que el cañón funciona como “oasis” para especies de crecimiento lento y gran longevidad, altamente vulnerables a la pesca de arrastre. Los datos preliminares de eDNA, combinados con cartografía de alta resolución, permitirán delinear microhábitats críticos y sustentar propuestas de áreas marinas protegidas.
El éxito de la transmisión popular también generó efectos educativos inesperados: alumnos de primaria en Puerto Madryn enviaron preguntas en directo a la tripulación, mientras que docentes de escuelas rurales utilizaron clips del ROV para ilustrar conceptos de ciencias naturales. “Somos la generación Cousteau 2.0”, bromea el malacólogo Gregorio Bigatti, uno de los líderes de inmersión.
Desafíos: ciencia en medio del ajuste
El contraste entre el entusiasmo ciudadano y las restricciones presupuestarias del sistema científico argentino es inevitable. Investigadores señalan que, sin financiamiento sostenido, será difícil procesar la avalancha de muestras y continuar las series de tiempo que justifican la protección de estos ecosistemas. La campaña se coló así en la agenda política nacional: legisladores de la oposición presentaron un proyecto para declarar el área “zona de interés científico prioritario” y asignar fondos concursables a su estudio.
Paralelamente, cámaras pesqueras expresaron cautela ante la posible creación de nuevas reservas. Las empresas sostienen que ya cumplen vedas estacionales y que cualquier ampliación de áreas protegidas debe basarse en “evidencia sólida y consenso multisectorial”. Los científicos responden que las imágenes y los datos de Talud IV constituyen precisamente el insumo que faltaba para ese debate.
Un tratado de cooperación modelo
La experiencia en la costa bonaerense destaca la importancia de las alianzas público-privadas. El Schmidt Ocean Institute, financiado por la filántropa Wendy Schmidt, ofrece sin costo el uso del buque y del ROV a equipos de todo el mundo, a cambio de que los datos se liberen al dominio público. El Conicet, por su parte, aporta experticia regional, logística en puerto y análisis de laboratorio. El modelo se propone como referencia para futuras campañas en el Golfo San Jorge, el Talud Patagónico y el talud continental fueguino.
Implicancias para la industria y la salud humana
Más allá de la biodiversidad, la expedición abre caminos para la biotecnología marina. Las esponjas carnívoras poseen compuestos antimicrobianos prometedores; algunos ejemplares de pepinos de mar sintetizan moléculas antiinflamatorias y los corales látigo contienen esqueleto proteico con aplicaciones en ingeniería de tejidos. El próximo paso será secuenciar genomas completos para identificar rutas metabólicas únicas que puedan inspirar fármacos y materiales de nueva generación.
CIERRE
La campaña Talud Continental IV culminará el 10 de agosto, pero su legado apenas comienza. Cada nueva inmersión muestra que el Atlántico Sur profundo alberga una riqueza biológica comparable a la de los arrecifes tropicales, pese a permanecer en penumbra. Las siete criaturas destacadas—de la esponja cazadora al pulpo Dumbo—son solo la punta visible de un iceberg de vida que recién se revela al ojo humano.
El reto ahora es doble: transformar el asombro público en políticas de conservación efectivas y garantizar los recursos para seguir explorando. Porque, como recuerdan los científicos a bordo, “no podemos proteger lo que no conocemos”. La Argentina tiene ante sí la oportunidad de liderar la investigación y la preservación de un abismo que, a apenas 300 km de la costa, sigue siendo un misterio en la oscuridad.